jueves, 11 de marzo de 2010

VISIÓN Y SIGNIFICACIÓN DE LA MUJER

Por Óscar Wong

Este texto –y tú lo sabes– es para ti


La historia demuestra que la presencia femenina es capital. Madre de familia, hija, Musa o Creadora, la mujer es el centro del mundo. Su presencia e importancia data desde el Paleolítico, con las sociedades tribales que adoraban a una Diosa Madre y cuyas sacerdotisas eran, obviamente, mujeres. Los orígenes de la humanidad, según Johan Jacob Bachofen (1815-1887) no se explican sin El derecho materno, signo y supremacía de la mujer, aunque posteriormente los críticos manejaron el término matriarcado. El autor parte de dos principios: el femenino (representado por Isis) y el masculino (cuya manifestación es Osiris) y dos tipos de maternidad: el heterismo de Afrodita, con hijos “sembrados al azar”, puesto que aún no existe la monogamia y, previamente, los ritos de fecundidad dedicados a la Diosa Madre.
En la Edad Media, por ejemplo, hubo reinas que modificaron su entorno, figuras femeninas que, en un momento dado, han servido de modelo, como Eleanor de Aquitania (madre de Ricardo Corazón de Léon y de María de Aragón), quien incluso modificó el tablero de ajedrez, con la reina moviéndose para todos lados (y retirando al par de reyes originales); es sabido que también hubo juglaresas relevantes. Guillaume de Poiter, el primer trovador, indicaba: “La mujer que inspira amor, es una diosa, y merece culto como tal”. Y Robert Graves, en La diosa blanca, precisa: el hombre le sirve a la mujer y el poeta a la Musa. Durante el renacimiento, las beguinas iniciaron movimientos feministas de importancia, generando casas de asistencia donde se enseñaban diversos oficios a las mujeres y asumiendo funciones de teólogos, frente al escándalo de los religiosos varones.
Es importante destacar que –según la Dra. Jean Franco– el desarrollo del discurso de la Iglesia judeocristiana, adaptado por los liberales en México –la mujer escolarizada para ser modelo de virtud y madre ejemplar, no precisamente para independizarse– se modifica aparentemente en el discurso de Estado como expresión de poder. En los 60, nuevas instituciones compiten con la nación y la religión por el poder interpretativo. Los medios de comunicación subvierten en algunas instancias los ideales nacionales, con aspectos emancipatorio, como se observó durante 1968, con el movimiento estudiantil. La evolución de México debe observarse a partir de las transiciones violentas del Imperio Azteca hasta la Nueva España (1510-siglo XVII), desde la Época Colonial hasta el México Emancipado de la Corona Española (siglo XVIII-siglo XIX) hasta el México Independiente, y del México Insurrecto (1812-1910), así como desde el México Revolucionario “Mesiánico”, hasta la modernización (1910-1999), siempre con la presencia de la mujer, comenzando con Leona Vicario y la Corregidora doña Josefa Ortiz de Domínguez hasta Frida Kahlo, Ángeles Mastretta y nuestra Rosario Castellanos, por ejemplo.
Desde siempre el signo y la supremacía es la mujer: como madre, como el cáliz que genera vida y la resguarda. Seguramente por eso los poetas se han ocupado de la Musa, el eterno principio femenino que es representado por la Mujer, en todas sus advocaciones lunares: la Luna en cuarto creciente, representada por la niña, la doncella; la Luna llena o Nueva de primavera (la mujer hecha y derecha) y la Luna en cuarto menguante, cuya representación es la anciana sabia, la mujer enferma y la muerte.
Jaime Sabines el poeta mayor de Chiapas, es un trovador, un juglar del amor, un eterno enamorado de la mujer:

En el monte, extendida
sobre la yerba,
si buscamos bien:
una mujer.

Con una inteligencia insuperable, incluso en el ámbito de las letras mexicanas, Rosario Castellanos abordó todos los géneros literarios y no desestimó la cátedra ni el periodismo para dar cauce a su preocupación fundamental: oficiar en el altar del conocimiento. Es un modelo a seguir. Como poeta, desde Apuntes para una declaración de fe (1948) hasta la compilación de su obra Poesía no eres tú (1972) supo enfrentar su vocación con entereza, superando la confesión personal, las particularidades intimistas. Por supuesto que tuvo conciencia de su mestizaje, de la raigambre cultural de una raza vencida, con la consiguiente madurez y profundidad de sus poemas. El desamparo, la pérdida del amor, también potencializan a sus poemas, dándole una gravedad característica. Pero es en su poema Lamentación de Dido cuando su voz se constituye en un flagelo reflexivo que adquiere el rango de oráculo. A través de sus versículos, esta sacerdotisa de la Palabra oficia su ritual. Persiste la fuerza dramática, la liturgia, a través de heptasílabos y alejandrinos. La angustia y la zozobra vitalizan esta revelación álmica, sagrada.
Chiapas, reitero, es ejemplo de grandes creadoras, incluso madres de familia que han dado todo por lo que anhelan y procuran: sus hijos, sus esposos, sus ideales mismos. Fidelia Brindis es un ejemplo en los años 40; Florinda Lazos León, quien ocupo una curul como diputada suplente en el Congreso Federal por Chiapas a inicios del siglo pasado, es otro ejemplo a seguir, al igual que María Delina Flores, profesora normalistas, quien pugnó por la escuela primaria gratuita y fue defensora de los derechos indígenas a inicios del siglo XX en San Cristóbal; Esther Jiménez, la primera locutora en la entidad, y Dolores Aramoni, una gran antropóloga e investigadora; Amparo Montes y Amanda del Llano, dos ilustres artistas y Alma Rosa González Esquinca, doctora en Ciencias por la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. De las contemporáneas se puede citar a la esposa de Laco Zepeda: Elva Macías, a Yolanda Gómez Fuentes, poeta tapachulteca y a Marirrós Bonifaz, la única mujer chiapaneca que ha obtenido el Premio de Poesía Jaime Sabines, sin soslayar a Teresa Cabrera Cachón, una bióloga reconocida; a la pintora Lucía Ovilla, a la soprano Lupita Guillén, quien radica en Italia y a Nadia Villafuerte, una de las voces juveniles de mayor relevancia nacional en la narrativa.
En virtud de lo anterior, desde estas páginas saludo y celebro a la mujer chiapaneca.

martes, 9 de marzo de 2010

Frases celebres, por gente local de Manzanillo


"Hay pizza vegetaria sin vegetales"
Lugar:Pizzería Francesa,11.02.2010
"Hasta la muerte me voy a morir en la poliquica"
Lugar:Chantilly, 11.02.2010
"A partir de esa ocasión se me salió del corazón"
Por:Sergio A.Contreras , Pizzería Francesa, 11.02.2010
" En la comunidad de Pancho Villa o Francisco Villa , no sé cuál sea "
Por:Silvia, taller de literatura, Biblioteca Julia Piza, 15.02.2010
"Simpre hay una primera vez"
Por:Evelia Motaño, Bar Social, 26.02.2010
"Contento por lo que tengo, apenado por cómo lo tengo"
Por:Nahum, Boras Bar, 03.03.2010
Las frases celebres fue idea de Jetza, apuntarlas en una libretita, en conjunto con su servidora para mostrarlas en este blog con la mera intenciòn de sonreír.
Frases celebres,son expresiones locales que hacen los porteños o personas que nos visitan de otros estados sobre ningùn tema en particular , pero que roban nuestra atenciòn por su espontaneidad.

Las publicaciones serán periódicas en este espacio.

Escapistas, A.C.

viernes, 5 de marzo de 2010

Textos del libro "De café"

María de Jesus: Me da fuerza

Desde que yo me acuerdo, cuando abrí los ojos ya estábamos en una huerta de café; íbamos mis hermanas y yo con mi papá a cosechar, era diciembre, enero y febrero cuando estaban las matar bien cuajadas de fruto. Yo era la más chiquita. Cuando me cansaba, la mayor o la que seguía de la mayor me llevaba a una hamaquita que estaba ahí cerca de donde cosechábamos. Mis papás tomaban cierta cantidad de huerta así como unas hectáreas y a cortar café. Desde que me acuerdo he visto los racimos de café rojo, aquellas laderas llenas de retoños rojos. Comenzábamos por la falda más grande y más roja, nos decía mi papá: “hay que cortar por surcos”, entonces ya te ibas por tu surco con una vaina amarrada en la cintura; las vainas o balsas son unos bules pero los abríamos así como esgaditos, les poníamos unos mecates y nos los amarrábamos a la cintura.

Flavia Vergara


Mi buen café

Si mi padre fuera bebida, sería café: de olla, americano y expresso; siempre humeante, como anticipo, sólo o al término de una buena comida.
Medito en esto mientras disfruto un café de olla.
I
De niña, para despertar, él me hacía cosquillas en los pies y decía en tono grave y dulce: “¡Arriba, arriba, ya amaneció!” Después empezaba una canción de sus días en el campo, cuando su padre lo enviaba con algún familiar, en las vacaciones escolares, para que aprendiera a “hacerse hombre de trabajo”. Cuando entonaba la estrofa “ya viene amaneciendo / el sol ya nos alumbra…”, las risas mal contenidas de mis hermanos y mía, lo atizaban a cantar más fuerte.
Si no tenía ganas de levantarme tan temprano, me tapaba con las sábanas hasta la cabeza para hacerme la dormida. Él, de un tirón, me las quitaba.
Estos momentos son los que ofrece el café de olla con canela, cuando lo tomo por las mañanas.

Evelia Montaño
Libros a la venta con Escapistas, A.C.

Textos del libro " A la cuenta de nueve"

La parota

La parota de mi pueblo tiene arrugas de gran señora; su grueso tronco engendró duendes que atemorizaron mi niñez. Sus ramas de sangre fértil se llenan de frutos. En temporada de estiaje, se tuerce vencida, y sus dedos largos arañan la tierra del mismo color, confundidas ambas, exhaustas de sol.
Luego llega la lluvia; se levanta desafiante y cambia. ¡Cómo cambia con los embates del viento!
Estira los brazos, impúdica, estrujada con las caricias violentas de su amante y se estremece orgásmica. Atrás quedaron los días pesarosos. Después, satisfecha canturrea desde el amanecer hasta que el sol se oculta.


Martha Gutiérrez

Agapornis

Lloviznaba, el ruido suave de las gotas sobre las tejas me arrulló. Abrí los ojos. Vi desvanecerse la penumbra. La luz amarillenta del farol cruzaba mi ventana. Cerré de nuevo los ojos. Me acurruqué y me dispuse a disfrutar de los sonidos del alba. Ese día tenía tiempo para saborear un poco más la cama.
En la calle, el canto y revoloteo de los pájaros se confundía con el de los inseparables que habitaban en mi terraza: una pareja de agapornis. Su agitación perturbó mi amodorrada pereza. Dirigí la mirada hacia ellos. Estaban en su nido, esponjados. Acariciándose con sus picos. Me enrosqué más. Apreté las piernas. Hundí las manos en plegaria, en la conjunción de mis muslos.


Laura Ramírez

El asesino particular

Al salir del cine después de ver El talentoso Mr Ripley, Jacinta y sus amigos fueron al café donde se dedicaron a imaginar quién de los conocidos podía ser, para cada uno, su asesino personal. La película, nacida de la escritura de Patricia Highsmith, narraba la historia de dos jóvenes casi desconocidos y de muy distinta condición. Uno de ellos busca y logra seducir al otro, y luego de asesinarlo, suplanta su identidad para usufructuar sus bienes y privilegios.
Por primera vez Jacinta se pensó víctima de asesinato y se concentró, al igual que los demás, en analizar quién podría ser su talentoso Mr Ripley. El juego se volvió paranoia que pesaba en el estómago, y a no ser por las carcajadas que estallaban cada tanto en la conversación de sus posibles asesinos, Jacinta se hubiera dejado llevar por el vértigo del miedo al pensar en su muerte.


Verónica Valenzuela

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Libros a la venta con Escapistas, A.C.

jueves, 4 de marzo de 2010



Segunda, parte.

"A la cuenta de nueve"
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Autoras que lo presentaron:

Evelia Montaño
Martha Gutiérrez
Verónica Valenzuela
Flavia Vergara
Laura Dávalos
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Presentación del libro " A la cuenta de nueve"







Fotografías de la Presentación del libro, " A la cuenta de nueve"
Fecha, 26 de febrero de 2010
Lugar, explanada del Pez Verla
Manzanillo, Colima

martes, 2 de marzo de 2010

Invitación al Café Literario, por parte de la SEP,




















Café Literario Zona Escolar 18
Festival Artístico






Fotografías del evento, 19 de febrero de 2010
En la escuela Primaria " Basilio Vadillo"


Lectura de poemas por los autores del libro" Manual para escapistas":
Jetzabeth Fonseca
Sergio Contreras
Manzanillo, Colima